8.12.05

meter el mar en un pozo II

saque los muñequitos que habia pegado en las tapas de los interruptores de las luces de mi habitacion. son cinco: dos lombrices/serpientes (origen: un kinder comprado en el medio de una peda de aquellas y leidos como una amable señal por el amable conejo), la mujer invisible (origen: el mundo de lo invisible; encontrada en angel urraza y adolfo prieto), el hombre elastico anaranjado (origen: ya no se donde lo encontre, pero asumo que cerca de la mujer invisible), un cactus, mas bien un maguey (para usar lenguaje a tono con el paisaje). asi las cosas, las tapas de los interruptores de mi habitacion chilanga ya no son mias. dice la dra. peluson que no se puede evitar hacer un duelo en mi situacion. creo que tiene mucha razon. con altibajos, matices y cimbronazos, mi vida estuvo plantada en mexico los ultimos seis meses. no es una tarea sencilla desarmar una vida semi estable/estabilizada. hacer pie no es facil, pero tampoco lo es lanzarse a nadar de nuevo. los rituales se van sumando, mientras las novedades van desapareciendo. las ceremonias cotidianas se vuelven necesarias: enrollar la persiana de la sala, sacar la basura, abrir el candado de la puerta que da al balcon, cerrar las cortinas azules de la cocina a la noche, son acciones que se convertiran en recuerdos de movimientos y gestos ligados a la casa de anaxagoras. el tiempo se me escurre entre una actividad inconsciente y otra que lo es mas. estuve tres horas seleccionando los papeles que voy a llevar conmigo y los que tiro. soy una gran juntadora de papales inservibles, esta comprobado. me quedo mirando la colchoneta inflable en la que durmieron varias invitadas (arandella, milagritos, laura cucu) y no tomo impulso para sacar el tapon y que se desinfle. una vez hecho eso, una parte fundamental de mi transcurrir en la habitacion va a cristalizar en un recuerdo: el de las limadas y larguisimas conversaciones con las amigas que dormian sobre las sabanas de la reina isabel (o sofia?), tan amablemente aportadas por mi camarada sudamericana. la colchoneta esta ahi, se resiste a ser desinflada. ni hablar de la mesa redonda de plastico blanca. siempre fue un caos, ahora es una hecatombe. hay papeles, calcetines, libretas, revistas, crayones, tickets de todos los colores, muñequitos, programas de las luchas... es un universo paralelo, la dimension desconocida. vine con una mochila gigante (llamada penelope invicta y comprada en roma) y me voy con ella y con una nueva maleta (bautizada lupita benetton. srta. siri, esta no tiene nada que envidiarle a libera liberani), me faltaria tener a mi mochi anterior (juanita doite) para poder cargar todo lo que tengo. y despues... esta claro que hay cosas que uno no quiere cargar, pero ahi estan, hay que cargarlas: la vida real, por ejemplo. se encara un viaje, se parte, se escapa siempre por los mismos lugares y despues se cae en la cuenta de que la propia vida sigue estando en esas mochilas que pesan como yunques a la hora de llevarlas en la espalda. son mochilas que operan como cruces. estoy convencida de que es mas facil ponerle el pecho y el cuerpo a la vida que cargarla en la espalda, pero no siempre se puede. ayer fui a despedirme del zocalo y del centro historico. saque innumerables (bueno, como 8) fotos a las banderas de la zona. que hago sacando fotos a una bandera? es una buena pregunta. me preguntan que voy a hacer con el blog. digo que lo dejo como esta (ademas de imprimir todo, anillarlo y guardarlo con los diarios de viaje anteriores no-virtuales) y lo uso para proximas estadias en el df. me preguntan: cuando regresas? y automaticamente me respondo con una pregunta: por que parto? por que vine? reincido musicalizada por reincidentes: "irse cerca, irse lejos, mudarse al mismo lugar", pero tambien, la proxima vez: "no me muevo si no tengo a quien (o donde) volver".

2.12.05

despedirse del df

"la ciudad es increiblemente atractiva, pero no es del todo amable", me vi diciendo hoy en el metro naranjo-rojo, direccion barranca del muerto. mi propia afirmacion me quedo rebotando en la cabeza y en el pecho. hoy senti que la contaminacion estaba haciendo estragos en mi cansado cuerpo. la ciudad me esta dando señales. a pocos dias de dirigirme al aeropuerto con destino buenos aires (previo paso breve por santiago), entendi hoy que es hora de despedirse de lugares, aromas, personas, sabores y colores. entonces, pese a que polanco me parece una colonia muy poco atractiva (tiendas caras, restaurantes idem, casas pitiucas), me despedi de polanco y de sus avenidas de preciosos nombres: horacio y homero. ademas, supe que ya no podre quejarme de la oficina de migraciones (hasta nuevo aviso) y se me quebro algo adentro cuando me entregaron mi "oficio de salida definitva". sufri al ver retenido mi documento del migrante no inmigrante (fm3) y casi abrazo a la señora de la ventanilla cuando me dijo: "que tenga buen viaje, mi reina". mi estomago revuelto de hoy no me permitio tomarme el agua de jamaica de mi comida corrida, pero mire la jarra y me despedi. tambien le dije adios a los frijoles refritos (que generan siempre sensaciones muy encontradas en mi cuerpo). me arrepiento de no haberle dicho a la camarera: "me regala tortiias?", quizas era mi ultima posibilidad. en un rato me voy a despedir de arena mexico y de los luchadores. hoy es dia de compras y de salutaciones. voy por: las mascaras de mistico y el santo, fotos de dos o tres de mis favoritos, llaveros, pins, muñequitos y la playera de perros del mal (ya compre la de mistico y la del santo). espero poder ir el domingo a la arena coliseo, dicen que es muy power y no la conozco. si voy, sera un hola y un adios. ayer me despedi del repartidor y del encargado de la tienda la estreia (que ya no me pregunta la direccion cuando llamo para pedir un bidon de 20 litros de agua electropura; es obvio: nadie pide bidones, se llaman garrafones). empiezo a despedirme, en ceremonias privadas y secretas, de algunas personas que se conviritieron en referentes de mi estadia aqui: el chico que limpia parabrisas en la esquina de division del norte y urraza, la morra que vende periodicos en la misma esquina, el sr. que cuida el estacionamiento del restaurante que esta frente a anaxagoras, la vendedora de boletos, el chico que atiende la libreria gandhi de ofertas, el sr. que vende el periodico metro y los polis (todos ellos de la estacion de metro division del norte), el traedor de vela gas (garrafas), los repartidores que proveen al supermercado que esta al ladito de la casa del conejo, los jovenes que trabajan en el corralon de la caie frontera, los taqueros de diferentes lugares y sigue la lista. me acuerdo que en venecia me paso algo parecido al irme. solo que alli hice las ceremonias menos secretas: le di un abrazo al cajero del banco que me pagaba la beca y salude con alegria inmensa a los gondolieri de un puente de paso obligado. llego el momento, cada vez que haga algo ahora, tendra sabor a final. cada estacion de metro, cada taco, cada tequila, cada dormidita, todo pasa a ser una despedida. mi padre me dijo hace poco: "empeza a despedirte de la gente que te hizo mas facil la vida", entiendo que sera una tarea dificil. estoy evitando despedirme de personas, siento que no me voy a aguantar las situaciones y que voy a quedar como una chica sensible de telenovelas. el lunes empiezo, almuerzos, entrevistas, entrega de presentes (no se pueden imaginar la cantidad de cajas de bombones que he de regalar). hago pedorros balances y entiendo esta estadia fue dura, intensa, miscelanica y, sobre todo: increiblemente determinante para mi vida. y asi estan las cosas. las luces, los arboles y los adornos navideños estan por todos lados y eso termina de acompasar estas despedidas. tengo que decirle tambien adios al 2005. esta ciudad es increiblemente atractiva y sumamente amable, me retracto. el df tiene la amabilidad que solo los gigantes pueden tener. puede ser una urbe dura, brusca y densa, pero tiene gestos y ademanes que hacen sentir que se puede estar a salvo. es un gigante chido (copado) de esos que, pese a la apariencia de ogro, puede ayudarte a salir del caos, montada en su mano o colgada de uno de los botones de su gastada chamarra.